Ojo al Gráfica

sábado, 2 de abril de 2016

Aitor Saraiba, por María Martínez

"intento que la gente se quite la mascara''

Aitor Saraiba, homosexual fanático de metálica, ha trabajado y vivido en lugares muy distantes aunque todo empezara con su licenciado en Bellas Artes de la Universidad de Cuenca. Sus obra son en técnicas de dibujo, fotografía, novela ilustrada, video y escultura en cerámica, conjugadas con la literatura.

Denomina a sus obras como "dibujos curativos" ya que establece una relación directa con el público. Está creando un mundo alternativo donde millones de personas se sienten libres e identificados. Busca de cada persona le cuente sus inquietudes, sueños y angustias, para que él interprete y exorcize en forma de ilustración más tarde. De hecho, una de sus performances o ,como él dice, acciones, trata precisamente de ilustrar al público que se acerca para llegar una pared-muro con ellas, mientras el mismo público habla con él.

Su novela ilustrada El hijo del legionario ha conquistado las principales librerías del país. Aunque no es la única (''nada más importa'', ''heavy metal''...). Eso sí, siempre con un tono infantil, ilustrado y literario, para poder adentrarse a cada uno de nuestros corazoncitos.

Sus señas de identidad son los pajarillos que nacieron con un libro llamado de la misma forma, y sus numerosos personajes-monstruos. Se identifica asi mismo como un unicornio vestico a rayas y una máscara negra en forma de calavera. Aquellos pajarillos se pueden ver principalmente en sus paquetes e ilustraciones preferidas, y el protagonista de las ilustraciones, aquel unicornio, ronda buscando el amor, amistad o felicidad para poder quitarse esa famosa máscara que está acostumbrado a llevar.

Desde no hace mucho tiempo, comenzó con las figuras de cerámica con ayuda del Centro Cerámico de Talavera. Comenta que se siente muy aliviado por la ayuda ya que prefiere la perfección de la obra para completarla/destrozarla pintarrajeando sobre ella.

Es un artista completo que nos ayuda a observar cómo una persona que ama lo que dibuja tiene el camino tan abierto como aquel que pretende quitarle un hueco del prado a cualquier grande, o quizás más que éste.

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