Cristobal Ortega ha dibujado tan solo con sus dedos 100 cuadros en 60 minutos, convirtiéndose en el pintor más rápido del mundo, atribuyendo esta destreza a la energía que recibe de sus antepasados y de la Pacha Mama.

Hojas de papel y algunos carboncillos serian desde entonces sus compañeros inseparables por algunos años, junto al letrero "pinto retratos en tres minutos" que fueron dejando clientes satisfechos y su deseo de seguir adelante. Al cumplir los 22 años decidía dar un rumbo diferente a su manera de hacer arte, lo que no fue una determinación al acaso, sino la respuesta al llamado de su cuerpo, mente y espíritu de hacer de sus dedos y manos los instrumentos que utiliza su cerebro para plasmar las imágenes que van naciendo.
Sergio Vidal Davó
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